Dhumavati: el desapego

La mayor parte de deidades femeninas que existen en el panteón hindú, suelen ser luminosas, y están siempre unidas a un compañero masculino. Dhumavati, es el caso opuesto, una diosa solitaria y un tanto oscura, cuya aura nos enfrenta al vacío y al sufrimiento personal. Pero  no por ello, deja de aportarnos brillantes enseñanzas fundamentales.

¿Qué representa Dhumavati?

Dhumavati, es la encarnación de nuestros miedos, sobre todo por lo que representa el dolor, producido por una perdida, que suele conducirnos a la desesperación o al vacío, por esa ausencia. En el fondo, el mensaje que trata de transmitir es la visión de aquello que está más allá de la superficialidad de la situación, para que nos enfrentemos a aquello que no queremos percibir y mirar abiertamente. Entender sus enseñanzas no permitirán, pues, superar la perdida y los temores de la existencia.

Nos invita a trabajar el desapego, la aceptación, la libertad y la trascendencia del mundo físico, por ser considerada una mera ilusión. El sufrimiento y lo negativo de la vida llegan para que aprendamos paciencia, persistencia, resiliencia, y seamos desapegados, asertivos y (nos) perdonemos.

Esta filosofía, igual que la imagen que encabeza este artículo, pretenden y representan,  la intención de limpiar la mente, dejar atrás lo superficial y artificial, y alcanzar una meditación profunda. Como el gato que deja atrás y está desapegado del mundo material, y la figura femenina que alcanza la paz mediante el camino de la meditación, todo ello bañado por un cálido sol, del amanecer, que aparece para renovar nuestra nueva filosofía de vida.

Recuerdo el instante previo a realizar esta primera imagen. En este caso, en lugar de recibir la visita de la musa de la creatividad,  nos acompañó Dhumavati. Acudimos Natalia y yo, a un enclave en la parte oriental de la  isla de Menorca, para captar un bello amanecer. Situada en la parte superior de un largo muro, Natalia, inició unos ejercicios de calentamiento previos, a la realización de las asanas que teníamos pensadas fotografiar. De repente, vi aparecer, bastante alejado, por la parte derecha del largo muro, un gato, que con su cola levantada, andaba pausadamente, en dirección a Natalia, completamente ajeno a nosotros, desapegado de nuestra presencia. Imaginé que al estar cerca de ella se detendría, o descendería del muro. Nada más lejos, siguió su pausado andar sin temor alguno, hasta alcanzarla, y rodearla, sin inmutarse por su presencia, para seguir su camino hacia quién sabe donde, en total libertad. Es la metáfora perfecta a las enseñanzas de Dhumavati. Éramos realmente invisibles para el gato, nuestra presencia era como una ilusión para él, y sinceramente, yo tampoco creía lo que veían mis ojos y lo que estaba aconteciendo. Esta es la magia de mi profesión, vivir, captar, y compartir momentos irrepetibles como este. Plasmar en una fracción de segundo vivencias entrañables, para que todas vosotras, podáis vivirlas también. Vivencias que acaban desvaneciéndose, igual que se han producido, como el humo que se disipa por el viento,  como el humo que rodea a la diosa hindú. Si no fuese por la instantánea, pensaría que se ha tratado de algo onírico, de una jugada de mi mente creativa,  una mera ilusión, que jamás ha sucedido.

Om Dhum Dhum Dhumavati Namo Namaha

Si te gusta este tipo de contenidos puedes suscribirte a mi newsletter, recibirás un máximo de un correo mensual o bimensual.